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‘Con Hidroituango, el símbolo EPM se empieza a desdibujar’: LSV

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Una crisis de reputación que se desmorona como las montañas donde se construyó la megaobra.

AUTOR: LA SILLA VACÍA  / 01 DE OCTUBRE DE 2018 –

Este lunes el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, le presentó a la Asamblea su análisis de los errores en la construcción de la presa de Hidroituango, de la que está encargada EPM. Con eso se le adelantó a la empresa en señalar las causas de que hoy esté en duda su principal apuesta y la del departamento, y de que esté en la mira una prueba grande de pujanza y autonomía antioqueña.

Eso, más la pelea de Pérez contra el Alcalde de Medellín y el debate de control político del miércoles pasado contra EPM, muestra que la empresa insignia de los antioqueños y la joya de la corona de Medellín dejó de ser intocable, incluso si no es responsable de la emergencia. 

La historia de un emblema

EPM es la mayor empresa del país cien por ciento pública. Provee de energía, agua, alcantarillado, manejo de residuos y telecomunicaciones a la mayoría de Antioquia y a otros departamentos y arroja utilidades anuales de dos billones de pesos, que han sido fundamentales en el renacimiento de Medellín.

Su fuerte es generar energía con sus 25 hidroeléctricas, una termoeléctrica y una central que producen el 23.5 por ciento de la energía nacional. Además la distribuye, en competencia con a ISA -de la que tiene el 10 por ciento- y la vende a hogares y empresas.

Su historia está llena de momentos memorables, como cuando fue la única empresa del sector que advirtió a tiempo el apagón de 1992 o cuando al año siguiente ayudó a mitigar el racionamiento eléctrico al poner a funcionar el proyecto Río Grande II, como explica el historiador Juan Carlos López Díez.

La fuerza de EPM es tan grande que en los últimos 15 años se ha convertido en una multilatina, con filiales y proyectos en siete países, y es tan robusta que, según cálculos de su gerente Jorge Londoño de la Cuesta, así pierda Hidroituango puede seguir creciendo al 5 por ciento anual.

Con la hidroeléctrica, que es mayoritariamente suya pero también del Departamento, tiene la apuesta energética más ambiciosa del país. Al ponerla a funcionar no solo se convertiría en la principal generadora, sino que daría otra muestra de su poderío y refrendaría la identidad antioqueña de pujanza y berraquera que se ha consolidado en parte gracias a grandes obras de ingeniería como el ferrocarril hace 90 años o el único metro del país hace 23.

En esa mirada, EPM es central porque la narrativa es que todo eso lo han logrado hacer paisas, la empresa se la inventaron industriales antioqueños para asegurar el servicio de energía para el departamento, luego se volvió pública y se expandió para estar al servicio de la región. 

Además, mientras empresas similares de servicios públicos desaparecieron, como en Barranquilla, entraron en una crisis profunda, como en Cali, o se mantuvieron gracias a diversos tipos de asociaciones con privados, como en Bogotá, EPM es un patrimonio público, y por eso encaja en un relato del empuje paisa que se debe a la idea de que el antioqueño es especialmente capaz de hacer las cosas, y por eso su identidad prima sobre el ser colombiano, como dice la historiadora Patricia Londoño.

Como se lo explicó a La Silla el antropólogo y profesor de la UPB Gregorio Henríquez, “con símbolos como EPM el ser antioqueño se materializa, es un escudo que casi que debería estar al lado del de Antioquia”.

El baluarte antioqueño

Esas particularidades de EPM han hecho que con los años se haya armado a su alrededor un cerco para cuidarla y fortalecerla. No es la típica empresa del municipio en la que políticos logran meter sus cuotas.

“El de EPM es un caso sui generis en el mundo. La gente de afuera viene y no puede creer que esta empresa se mantenga al margen de los politiqueros”, le dijo a La Silla un exmiembro de Junta Directiva que -como la mayoría de las personas que consultamos- nos pidió no mencionarlo para evitar polémicas.

Esa imagen la reiteró el gerente Londoño en el debate en el Congreso: “Cuando arrancó EPM, la mayoría de sus funcionarios venían del sector privado, y le inculcaron un modelo de gestión -que prevalece hasta hoy- de velar por el desarrollo del territorio, del bienestar de la población y busca la productividad y la eficiencia”.

La empresa ha invertido en el departamento mucho más de lo que lo suelen hacer las compañías, y no solo aporta al crear empleo y riqueza y pagar medio billón de pesos en impuestos al año. Ha construido bibliotecas, parques, ha entregado alrededor de 260 becas para pregrado y posgrado; arma y financia los emblemáticos alumbrados navideños de Medellín, organiza una feria de Ciencia, Innovación y Tecnología donde participan estudiantes de colegios, y tiene un programa de vivienda para desplazados en las zonas de influencia de sus proyectos.

Todo eso ha hecho que tenga casi que un respaldo unánime en su crisis más grande, como muestra el silencio de ingenieros vieja guardia que habían advertido hace años que no era viable la presa, como contamos aquí; que ingenieros jubilados y miembros de sindicatos que en su momento buscamos para esta historia no quisieran dar opiniones sobre la emergencia; o que la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y la Cámara Colombiana de la Infraestructura manifestaran públicamente su solidaridad con la empresa.

Otra prueba es que el debate de la semana pasada en el Congreso, que vendieron congresistas citantes como el encuentro que arrojaría “la verdad sobre Hidroituango”, terminó sin conclusión alguna, en parte, porque había un clima de solidaridad generalizado con la empresa.

Buena parte de las curules del recinto tenían pegado un letrero que decía “Hidroituango es Colombia”, y en las intervenciones de las bancadas liberal, conservadora, del Centro Democrático, Cambio Radical y del Mira, el mensaje general era de admiración a la empresa por cómo hasta ahora ha asumido la emergencia y mensajes de optimismo.

Además, en el discurso del alcalde Federico Gutiérrez en el Congreso, en que invitó a rodear a la empresa y dijo varias veces que se sentía orgulloso de EPM, no faltaron los aplausos.

Es decir, en general los congresistas consideran a EPM una víctima más de la crisis por la que está pasando, hasta el punto de que un exfuncionario de Gobierno, un actual empleado de la empresa y un exdirectivo de EPM con los que habló La Silla por aparte coincidieron en que tanto al gerente Londoño como al alcalde Gutiérrez salieron muy bien librados del debate.

No en vano EPM, por ejemplo, ha sido catalogada por tres años consecutivos como la empresa más admirada del país, según el Panel de Opinión Cifras y Conceptos; y en el 2017 fue la quinta empresa con mejor reputación corporativa según el Monitor de Merco, que hace el Centro Nacional de Consultoría con la firma Jaime Arteaga & Asociados.

A pesar de eso, con Hidroituango, en palabras de Henríquez, “el símbolo que es EPM se ha empezado a descalabrar”.

Las grietas

Cinco exdirectivos, tres funcionarios y un exfuncionario coinciden en que nunca se había visto que EPM tuviera su imagen tan expuesta como ahora.

La situación no se compara con la compra de una vajilla de 100 millones de pesos, cuando Luis Pérez era alcalde, en el 2003. Fue un escándalo que no pasó a mayores, pero había sido el más fuerte hasta ahora.

Aunque aún no hay pruebas de quién es el culpable de la crisis (si lo hay), varios golpes han empezado a socavar a EPM, encargada de construirla.

Varios vienen de Luis Pérez, quien desde el primer mes de la emergencia ha criticado el manejo de EPM a la información, alegando que la “manosea” para aceptar solo la que le conviene. Eso, para una empresa con imagen de transparencia y viniendo de un líder político que en el pasado fue su jefe, la golpeó.

A esa pelea se sumaron las declaraciones del Gobierno Santos, a través del entonces Presidente, de su ministro de Minas, Germán Arce y de su superintendente de Industria y Comercio, Pablo Felipe Robledo, que aseguraron que EPM era la única responsable del proyecto y era la que debía dar explicaciones.

Aunque en este caso las críticas venían de fuera de Antioquia, la dieron fuerza a la postura de Pérez.

Por esos días el fiscal Néstor Humberto Martínez anunció que estaba adelantando una investigación en la adjudicación de contratos, entre los que está la cuestionada firma brasilera Camargo Correa y según la cual “habría pagos a servidores públicos”. La Fiscalía adelanta otra por presunta vulneración al medio ambiente, denunciada por el movimiento Ríos Vivos.

A eso se sumó un informe de la Contraloría General que formuló 29 hallazgos disciplinarios y 8 penales porque EPM presuntamente empezó a construir sin tener licencia ambiental, ocultó información al Ministerio de Ambiente y no tenía un plan de contingencia, entre otras, todos golpes a la imagen de seriedad de la empresa.

Luego vino la sanción de la Anla a la Sociedad Hidroituango por 2 mil 400 millones de pesos, que reforzó las dudas anteriores.

Siguieron las críticas en el Concejo a la propuesta de EPM de vender sus activos en Chile y su participación accionaria en ISA para recuperar liquidez, lo que revivió preguntas por presuntos sobrecostos en sus negocios en Chile y Panamá que habían pasado casi debajo de la cuerda a pesar de que la uribista María Paulina Aguinaga las había repetido.

Incluso, ya dos de los 21 concejales de Medellín cuestionan de frente las decisiones de expansión internacional de EPM y la relación que ha tenido con miembros o personas cercanas al GEA en su Junta, por ejemplo.

Últimamente se han abierto suspicacias como que hay una puerta giratoria con el GEA, como dijo en el debate el petrista David Racero. En concreto, criticó que haya una relación estrecha de exgerentes y miembros de Junta Directiva con el GEA, como el caso de Federico Restrepo, nombrado por el exalcalde Alonso Salazar luego de que fuera presidente de la consultora Integral S.A., la que hizo los diseños de la presa.

Esos golpes a su reputación no los había vivido la empresa nunca, según coincidieron todos los exdirectivos y funcionarios que consultamos.

“Es muy triste ver un informe de Contraloría que puso a EPM a pelear con la Anla, que estén sacando a gente de toda la vida de la empresa, y a eso súmele un debate en el Congreso que convocan congresistas que buscan protagonismo político”, le dijo a La Silla un exdirectivo.

Tan golpeada se ve la empresa que elevó una denuncia penal contra el Gobernador y la concejal de Medellín por el Polo, Luz María Múnera, por hablar de una presunta «lista negra» de funcionarios y periodistas con que supuestamente sus empleados no pueden hablar sobre la crisis. «Sus imputaciones en distintos escenarios, desacreditan la manera de proceder de la empresa y sus directivos», dice el comunicado que emitió el lunes por la tarde.

El desgarro por dentro

Todos los funcionarios y exfuncionarios coinciden en que la empresa está tomando decisiones sin precedentes, que muestran que está encajando un duro golpe.

El uso del polígrafo para descubrir quién le filtró a un concejal un documento es una de ellas pues EPM nunca había utilizado una herramienta parecida, lo que no cambia porque fuera iniciativa de los empleados, como aseguró la Vicepresidenta de Asuntos Legales.

“Lo del polígrafo es absolutamente inaceptable. Eso jamás se había visto en la empresa, y vulnera la confianza y el sentido de pertenencia”, le dijo a La Silla un exgerente que hizo carrera dentro de EPM.

Añadió que “están saliendo de personas de toda la vida, que son las que tienen conocimientos para salir de la crisis. Esto va deteriorando la imagen, el rigor jurídico y técnico de la empresa”.

Ese justamente es otro de los puntos que generan sospechas.

Por los días en que salió el informe de la Contraloría, EPM despidió al director ambiental del proyecto, Jorge Castaño y cambió de cargo del director de Hidroituango, Luis Javier Vélez.

Eso, además de poner en duda la capacidad técnica de sus propios funcionarios, ha reforzado la idea del Gobernador de que EPM no está contando todo lo que sabe de la crisis.

“La tribuna pide cabezas y están dando cabezas… La reputación de la empresa, hoy, está más afectada que los túneles”, nos dijo un exfuncionario para definir lo que sucede alrededor y dentro de EPM.

Por eso el clima dentro de la empresa está tenso, hay rumores de que la planta de personal va a reducir y están a la expectativa de lo que pueda pasar. “La gente se siente vigilada, le da susto salir a almorzar y tardarse más en volver. Nos hacen sentir mal por contar cosas que pasan por dentro, nos dicen que es faltarle a la empresa”, aseguró una de nuestras fuentes.

“Ituango partió la empresa en dos. Es otra después de Ituango”, aseguró otro funcionario para explicar el contraste con la imagen de miles de empleados reunidos alrededor del Gerente para expresarle su apoyo hace casi cinco meses, cuando se inundó Puerto Valdivia. 

Por eso, además del mensaje negativo a los mercados por aumentar la pelea entre los dos socios del Hidroituango, su decisión de hacer su propia exposición de los motivos de la crisis no solo muestra desconfianza personal en EPM sino que es otra prueba de que la emergencia se está llevando por delante la imagen de la empresa.

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