Una simple crítica en Twitter, FB o IG, puede convertirse en una repentina amenaza laboral si las audiencias conectan al autor con la entidad o la empresa para la que trabaja.
Una noche de diciembre *José Fernando, en un arranque de ira, atacó desde su Twitter con palabras soeces a mujeres de una corriente política. Quince días después la presión causada por las protestas de las mujeres aludidas y de grupos de opinión contra la entidad para la que él trabajaba, lo llevaron a renunciar a su cargo.
Unos meses antes, el mando medio de una entidad de control, indignado, atacó en Twitter a dos investigadores. El súbito arranque lo llevó a confundir su cuenta personal con la institucional. Las propias directivas y otros voceros del gobierno y la sociedad civil rechazaron su conducta hasta llevarlo a renunciar.
Recientemente, el CEO de una compañía de entretenimiento pidió «mano dura» de la fuerza pública contra las acciones vandálicas, pero dejó abierta la puerta para que también se reprimiera la protesta pacífica, lo cual desató una #CrisisdeReputación con el nombre de la empresa en el centro del escenario.
Juicio legal vs Juicio Social
¿Qué hay en común en estos tres casos?: que las redes sociales no diferencian entre las opiniones personales y las empresas a las cuales pertenecen funcionarios y empleados.
En términos jurídicos cada caso polémico puede ser sujeto de largas deliberaciones para determinar qué pesa más, si el derecho a la libre expresión, o el derecho de las empresas al buen nombre.
En la práctica, sin embargo, las audiencias asumen posturas en cuestión de minutos, emiten juicios implacables, determinan culpables y conectan el nombre de las personas con las empresas o entidades para las que trabajan.
El director de xxx dijo…
El presidente de xxx aseguró…
El gerente de xxx afirmó…
Por eso, antes de emitir un juicio y postearlo redes, vale la pena preguntarse si vale la pena asumir ese riesgo. Recuerden, en todo caso, que una crítica, un juicio, siempre se podrá expresar de maneras distintas. La clave está en no ceder al ímpetu de las emociones.
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